Mi mayor rebeldía..

Desde chicos tratan de hacernos ver que la rebeldía no es buena. Cuando un hijo es rebelde, es "castigado" para que haga caso, desde pequeños pretenden inculcarnos la sumisión como un valor, ya sea en la familia, en la escuela, en la iglesia, en el trabajo, etc. Desde siempre, el hombre ha acatado ordenes, respetado consignas, obedecido lo impuesto.

Pues bien.. Hace bastante tiempo opté por dejar de obedecer!..  Ojalá leerme sirva de quiebre para quienes están sumidos en el sistema de cumplir imposiciones explícitas o implícitas.

No estoy diciendo que ya no hago las cosas que sé correctas, solo que ya no hago nada por obligación o por mandato. 

Hace algunos años dí con un psicólogo cognitivo-conductual (no voy a explicarles al detalle su terapia porque no soy una persona idónea para eso) solo puedo contarles que fue la experiencia que más marcó mi vida. Mi modo de agradecérselo es justamente compartir lo que aprendí en las sesiones.

Este psicólogo a diferencia de otros profesionales de la salud, religiosos, consejeros y personas con las cuales alguna vez pude hablar sobre mis "preocupaciones", no se quedó en tratar de entender o resolver los episodios de mi vida que yo le contaba. Tampoco indagó en el pasado para entender el por qué de los hechos. Por el contrario.

A modo de resumen: lo que hizo fue pararme frente al problema e invitarme a buscar opciones de qué podía hacer a partir del punto en el que me encontraba en ese momento. Ya con las opciones en la mesa, me invitó a imaginar las diferentes consecuencias de cada posible acción y recién entonces, con todas las pautas analizadas, me sugirió que tomara una decisión. 

Pero ahí no terminó su intervención. 

Cuando ya tuve tomada la decisión, me enseñó que en cualquier etapa de la vida, puedo volver a repetir el proceso. Que si la opción que había creído acertada en ese momento, notaba mas adelante y con otra información al alcance, que había sido un error, siempre estaba a tiempo de replantear las cosas y redireccionar el rumbo.

También me enseñó que nadie puede decidir por mi, porque solo yo se exactamente en qué lugar estoy parada y la carga emocional que me acarrearía cada opción de camino. Qué siempre debo ser cuidadosa de no lastimar a los demás, pero sin descuidar ni por un segundo a la persona más importante del mundo: yo misma.

También me enseño a no mirarme con ojos ajenos, a no juzgarme con la vara de los demás, por esto de que cada quien lleva su propio bagaje de creencias y convicciones. Que cada cual hace lo mejor que puede con las herramientas psicológicas y espirituales que tiene. Que nadie es mejor que yo, tampoco peor, solamente es "otro" con todo lo que eso conlleva.

Aprendí también que cuando uno toma sus propias decisiones, sin respetar mandatos ni imposiciones, en general se espera que nos vaya mal, para reafirmar el concepto de que la sumisión es el camino correcto. Porque nuestra "rebeldía" choca de lleno con sus convicciones y se revela ante lo que ellos esperan de nosotros.

Pasados los años puedo contarles que mi mayor rebeldía es ser feliz, con aciertos y desaciertos, pero siempre míos!!

Saludos cordiales!!

Brenda..