La insignificancia de mi existencia...

Faltando exactamente una semana para el día mundial de la población, es asombroso repasar algunos números y recordar que hoy compartimos este maravilloso planeta con alrededor de 7700 millones de personas, de las cuales 577 millones son de habla hispana (*) Impactante verdad?

De estas cifras tan elevadas me surgen varios análisis. La insignificancia de nuestra existencia por ejemplo, algo que solo afecta a un puñado de personas.

Me invité a recordar a quienes de una manera u otra han interactuado conmigo en algún momento de mi vida, los que me conocen saben que soy "algo nómade" por lo que mi lista está hermosamente enriquecida y aún así no fue una lista extraordinaria.

Me cuestiono la infinidad de veces que he dejado de hacer cosas que verdaderamente me hubiera gustado hacer, únicamente por creerme el foco de atención o de críticas. Se vienen a mi mente mil cosas que he ido postergando lamentablemente por no haber entendido la "insignificancia de mi existencia" para miles de millones de personas.

Y digo "postergado", porque a mis amados 44 años puedo decir que soy libre de la presión de las críticas.

Al mirar hacia atrás, cosa que hago como ejercicio consciente para aprender de mis errores y admirar mis avances, recuerdo con mucha tristeza a una niña que aproximadamente a los siete años dejó de sonreír en público, no por falta de motivos, si no porque sus dientes permanentes crecieron torcidos. Algo tan simple, causó que los músculos risorio y cigomático mayor de mi rostro no fueran estimulados como debían y la comisura de mis labios decayera prematuramente. Todo eso por lo que iban a pensar los demás sobre mis dientes torcidos?? 

Muchos años después, con mis expresiones faciales ya definidas, entendí que mi sonrisa, independientemente de la singular posición de mis incisivos, tiene el poder de transformar un mal día en uno bueno, un problema en una enseñanza, una tristeza en una esperanza... y que si a alguien le molestan mis dientes torcidos, es su problema, no mío ni de las 7.699.999.999 personas restantes que habitan el planeta. 

Hoy sonrío al caminar sola por la calle, en casi todas las fotos salgo sonriente y aunque suelo sorprenderme con expresiones serias que parecen de enojo, me acepto y amo como soy.

Al compartir esta breve historia personal, intento usarla como analogía y reflexionar en todas esas pequeñas y grandes cosas que decidimos no hacer por miedo a la opinión de otros. Intento alentarnos a hacer las cosas que deseemos y que nos hagan sentir libres, porque el ejercicio de esa libertad es uno de los cambios más empoderadores que podemos hacer a lo largo de la vida.

 
Basta de no sonreír en público, basta de esconder nuestra opinión por ser opuesta a la de la mayoría, basta de negar nuestra sexualidad, basta de querer encajar en un molde que a alguien se le ocurrió que era el correcto. 

Seamos intrépidos, tomemos el control de nuestra vida y por sobre todas las cosas no perdamos el tiempo intentando complacer a los demás, porque las personas que nos quieren bien, se darán por complacidas al vernos felices y los demás... los demás no importan.

Puede sonar egoísta, lo sé, pero considero que no hay peor demostración de egoísmo que el cargar nuestras insatisfacciones en los hombros de los demás, cuando en realidad solo se deben a nuestra falta de valor. 

Saludos cordiales..

Brenda..

* Comunicado de prensa. Lunes 17 de junio 2019 
   Departamento de Información Pública de las Naciones Unidas.

   https://population.un.org/wpp/Publications/Files/WPP2019_PressRelease_ES.pdf

* Informe Español una lengua viva. Año 2018
   David Fernández Vítores, bajo la dirección y coordinación del Instituto Cervantes
   https://cvc.cervantes.es/lengua/espanol_lengua_viva/pdf/espanol_lengua_viva_2018.pdf